Es más aún que la esperanza es más aún que el anhelo.
Más que la sensación, más que el presentimiento, más que la premonición.
Es más material que la idea, más puro que la comprensión, más hábil que la percepción.
Más penetrante que el rapto de conciencia, más agudo que la sospecha.
Más intenso que la iluminación repentina, más tangible que la clarividencia,
más real que la errada intuición, más penetrante que la visión,
más seguro que la convicción, más riguroso que la evidencia.
Más cierto que la exactitud, la incesante certeza
de que los merecedores del amor están cerca de su merecido.